martes, 28 de septiembre de 2010

Permiso, puedo pasar ?

Entrar a la habitación donde duerme el clown, es cosa incierta.

Uno nunca sabe que habrá detrás de esa puerta.Y en este tiempo que anduve llamando para pasar, tengo la intuición de que si no se inventa un juego es muy dificil atravesar semejante pasadizo.

Cuando ese espacio empieza a entreabrirse, muchas veces, muchas, huyo. Otras, desespero de curiosidad por ver lo que hay del otro lado. Porque los rincones de libertad, dan vértigo.Y mientras todo eso sucede, una y otra vez, el proceso de descubrimiento y transformación se repite, como si nunca lo hubiera vivido.

Hay un entrenamiento. El cuerpo con sus respiraciones, formas onduladas y estructura, tiene que preparse sensible - alerta para el contacto. De nada vale el placer del viaje si no existe comunicación con el mundo exterior.

La herramienta de la improvisación y sus reglas necesitan re-aprenderse.
La técnica lleva a una gran necesidad de alimentarnos de impulsos y entrar en desequilibrio por seguirlos. El gran problema de la positividad de los payasos.

Descubrir la belleza de nuestras imperfecciones. Reirnos a carcajadas de tanto desencaje. Abrir los ojos a la presencia de cada cosa viviente. Dejar que la máscara haga lo que tiene que hacer con nuestras diminutas humanidades.

Cortejarnos unos a otros para que el encuentro, sea. Sin importar distancias, paises, lenguajes, ni músicas. Integrar, mezclar, todos los ingredientes que hay en la cocina. Hasta los frascos vacíos y olvidados.

No hay nada de que poder agarrarse en este estado.
Pararse sobre lo que sentimos en el instante presente es suficiente y a veces invisible.
No me interesa explorar sobre lo que funciona siempre.
Aunque a veces funciona. Y es como un gol. Y lo que sigue del gol. Y lo que sigue. Y lo que sigue.

De todas maneras la práctica del oficio, es lo que nos hace más hábiles en este ejercicio. Buscar las propias maneras de entrar. Poder salir dados vuelta. Revueltos. Abrir los placares de todos los tiempos y animarnos a ropas y peinados que nuestras rutinarias cotidaneidades no permitirían.

Dejar circular la efervescente sangre que enama el corazón.

Info en ingles


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